Estoy en Santiago de Chile, noviembre de 2014.
En el stand de la
editorial Penguin Random House, presento mi libro Memorias Imperfectas.
Elijo hacer aquí su
presentación porque en mis memorias literarias Chile tiene una fuerte presencia:
no solo mis amigos escritores, José Donoso, Jorge Edwards, Antonio Skarmeta, Arturo
Fontaine, sino también mis frecuentes viajes a esta ciudad que amo. Y que
siempre me trae a la memoria la canción “yo volveré a pisar las calles de
Santiago…”
Es un domingo de este
casi verano. La antigua estación Mapocho es el lugar donde se alberga esta
feria. Se me acerca gente, miran el libro, me hacen preguntas, comentarios,
alguien lo compra, firmo ejemplares.
El stand tiene cuatro
vértices: en uno estoy yo, en los otros, Jeremías Gamboa, Roberto Ampuero,
Pablo Simonetti.
A Jeremías lo he
conocido en Buenos Aires y con él termino mi nuevo libro.
De Roberto Ampuero he leído El último tango de Salvador Allende, fuerte novela que evoca lo que fue la caída del gobierno socialista en Chile. A Pablo Simonetti no lo conozco. Me atrae el gran cartel donde la novela de Ampuero se une de alguna manera con mi libro: Detrás del muro, relatos de mi memoria imprecisa.
De Roberto Ampuero he leído El último tango de Salvador Allende, fuerte novela que evoca lo que fue la caída del gobierno socialista en Chile. A Pablo Simonetti no lo conozco. Me atrae el gran cartel donde la novela de Ampuero se une de alguna manera con mi libro: Detrás del muro, relatos de mi memoria imprecisa.
Me acerco, me
presento, le pido que me firme su libro, nos reímos de la coincidencia de
nuestros títulos. Sé que Ampuero ha sido ministro de educación del presidente
Piñera.
Y allí, en otra
esquina, Simonetti, rodeado de gente, alcanzo a ver el titulo de su obra:
“jardín”, así, con minúscula, es un libro de pocas páginas, tiene sobrecubierta
con un tapiz de flores de un indefinido color, en la gama del bordó. Es guapo,
esta es la palabra que me gusta usar desde que alguien que era chileno me la
dijo a mí. No puedo esperar, la firma será para otra vez.
Cuando pregunto a mis
amigas chilenas por él, me cuentan que está muy de moda porque, además de ser un escritor consagrado –me sorprende no
conocerlo-, es un militante de los derechos igualitarios, y preside una
organización creada por él mismo.
Ya en Buenos Aires,
leo “jardín”, y me cautiva. Anoto en mi libreta de apuntes los nombres de
árboles desconocidos para mí y que alguna vez quizás pueda identificar. Son
palabras sonoras: pitosfo, peumo, molles, bellotos. Y me acuerdo de la novela
de Donoso, El jardín de al lado. Con su
tapa ilustrada con Magritte, la extraña pintura de las dos cabezas tapadas.
Leo otros libros
suyos, no es fácil conseguirlos en Buenos Aires. Soberbia juventud, La barrera
del pudor.
Y entonces, a fines
del 2015, llega Simonetti a Buenos Aires para presentar entre nosotros su “jardín”.
Pido una entrevista con él, lo espero en el bar de su hotel, en el lindísimo
lobby del hotel Alvear Art en la calle Suipacha.
Y aquí estamos.
La trama avanza a partir de mis preguntas
Nos sentamos, y no sé cómo empezamos hablando de Henry James. Porque quizás yo encuentro en él ese manejo de la trama y de los personajes que no es común en la novela contemporánea latinoamericana. O más probablemente yo le haya preguntado por sus maestros literarios.
P.S.: Empecé
leyendo todos los cuentos de James, seguí
con La
princesa Casamassina, Otra vuelta de
tuerca, y luego empecé a leer las
novelas más difíciles, que son las grandes novelas del siglo XX,
como Las alas de la paloma, La copa dorada, pero a Los embajadores no le logro entrar,
como Las alas de la paloma, La copa dorada, pero a Los embajadores no le logro entrar,
JD. Yo tampoco, y a
veces creo hasta que la leí y no me acuerdo ya, me quedo en ese primer capítulo
que ellos pasean, pero lo tengo siempre a mano porque creo que alguna vez voy a
poder pasar esa prueba. Me pasa con dos libros, con ese y con Ada y el ardor, de Nabokov.
P.S.: Tampoco yo.
J.D.: Y a mí me fascina Nabokov.
Coincidimos por
supuesto en Lolita, y sobre todo en Habla, memoria.
le cuento que la
suegra de un amigo era prima de Nabokov y él lo conoció en Ginebra.
Me pregunta por mis
libros, le hablo de Memorias Imperfectas
y de El bosque de los libros.
JD: Hablemos de ti.
Le cuento que no han
llegado todos sus libros, que el leído por supuesto jardín y La barrera del
pudor. Ahora estoy leyendo Soberbia
juventud. Le muestro por donde voy y
quiere saber qué página es. Le digo el número, 124 entonces me dice “acaba de
terminar”. Acaba de terminar la historia de la tía Alicia, sí, claro, que le
cuenta la historia del marido. Porque sus libros tienen historias dentro de la
historia.
Nos reímos, tomamos
café, le digo que me he convertido en presidenta de su club de fans, y me
contesta que eso es mejor porque soy una gran lectora.
Retomo con una cita
que llevo anotada:
“-No estábamos
aburridos, no estábamos desilusionados, ni él ni yo habíamos cambiado de un
modo que nos hiciera imposible convivir, sencillamente no pudimos superar la
frustración.”
JD: Esto es James,
verdad? El trabajo de los personajes lo practican pocos escritores chilenos de
tu generación, y en este tipo de novela, que no es “realista” precisamente
aunque lo sea. Porque además los describes sin describirlos desde la
perspectiva del narrador, que es raro, es un personaje también muy bien
construido. Si bien son consistentes casi ninguno es monocorde. Te sorprenden.
Eso es una constante quizás como algo propio del narrador persona, del autor,
porque la madre de jardín sorprende porque termina siendo otra cosa. Todos esconden un secreto.
PS: Claramente el
trabajo de los personajes lo heredé de James acabo de dar un curso de cuatro clases de tres horas en
una universidad chilena dedicadas a Retrato
de una dama. En los últimos tiempos es lo que más disfruté. Tanto como
escribir. Fue como encontrarme con las fuentes de mi literatura. Y el trabajo de
James con sus personajes es muy grande, porque no hay palabra que digan ni acto
que realicen que no sea consistente con el vector vital, con la energía vital.
Aunque sean contradictorios, aunque sorprendan, siempre hay un elemento que les
es propio y que está presente. Y nunca se desvía, nunca cuenta, yo siempre digo
que James tiene la capacidad de contar las cosas no porque ocurran -porque uno puede contar una cantidad de
minucias increíble simplemente porque ocurren- sino porque le son importantes a
los personajes y a la historia y con un fin literario narrativo y no
porque simplemente hayan ocurrido en su
vida. Fijate una alumna me decía “a Isabel Archer se le muere un hijo y esto
aparece en una línea, es muy importante en la vida de una mujer”. No todo hay
que contarlo. Y él va contando las cosas que son pertinentes para la línea
narrativa y para el sentido de la historia que él le ha dado.
Hablamos de Donoso,
también jamesiano, y que tuvo un taller literario.
Le cuento que fui su
amiga y me recuerda que el epígrafe de su novela El obsceno pájaro de la noche es una carta del padre de Henry
James a sus hijos Henry y William, y
allí hace mención de esta figura del obsceno pájaro charlando con el lobo
escondido en la selva. [1]
PS: A ese taller
fueron muchos de la generación anterior a la mía, que fue la generación de la
nueva narrativa, Gonzalo Contreras, Carlos
Franz, Alberto Fuguet, Marcela Serrano, y otros. Cuando empecé a escribir fui al taller de
Contreras y era también un gran
jamesiano, y sobre todo tiene una gran capacidad de trabajar con los personajes. De modo que eso fue lo que nos
dejó como maestro. Y me alegro mucho de que tú lo hayas percibido. Es una de
mis capacidades.
JD: Es impactante. Te
vinculé de inmediato con Donoso. Aunque lo que hagan no se parezca, pero es esa
concepción del personaje. Y en lo que yo conozco de la literatura chilena, que
conozco bastante, no ocurre esto.
P.S. Contreras es
apenas mayor que yo, pero empezó a publicar antes, yo empecé tarde, e incluso
ese tema de la auto ficción está más en mi generación que en la suya. Y también el ir en busca de una
reivindicación de lo individual, una rebelión hacia las formas establecidas
sociales, como la familia, la
orientación sexual. De hecho en esta generación, cuando yo empecé a
escribir con ellos, había ya muchas mujeres y varones de la diversidad sexual
que asumían su orientación.
JD: Pero estaba El lugar sin límites… Y luego la
película con guión de Manuel Puig, que a Donoso no le gustó…Bueno lo que pasa
es que Chile era una sociedad…
PS: Había escritores
cerrados.
JD: He hablado con
Donoso mucho y de estos temas, imagínate, hace más de veinte años.
Le comento mi nota
publicada en Clarín contestándole a lo que había escrito Daniel Balderston, profesor
y crítico norteamericano, sobre unas cartas que de joven se había escrito
Donoso con un joven amigo.
PS: Bueno, Donoso
tenía un amigo, Mauricio Wacquez …
JD: A Mauricio
Wacquez lo conocí en Calaceite. De hecho
me alojé en su casa.
PS: Yo estuve en
Calaceite, pero no lo conocí. Escribió la primera novela chilena gay, antes
eran novelas que encubrían el tema como con una bruma, pero en Frente a un hombre armado se encara el
tema de una manera explícita. El deseo
gay era bien doloroso porque hablaba de un joven hacendado chileno que se
enamora de un peón -en ese minuto existían esas clasificaciones sociales tan
duras-, y él se siente doblegado por ese deseo y siente como que rompe con
todos los marcos de clase y las ambiciones de su familia, y cae enfermo. Ese
libro es del 81 y salió en España con muy buena crítica. A Mauricio lo trajeron
a Chile para una feria del libro, pero no trajeron el libro, era plena
dictadura.
Y luego Lemebel, que
es otro camino, y despues aparezco yo.
Le resumo el sentido
de mi nota. Y cómo le contesté duramente .
PS: Mira, mientras me
contabas esto estaba pensando en dos cosas que quiero contarte. Alberto Fuguet
acaba de salir del closet. Escribió un libro gay, se decía pero no se sabía,
aunque siempre sus personajes han tenido cierta tensión homoerótica. Son
novelas de hombres.
JD: ¿Te sientes entonces un
escritor gay?
PS: Me considero un tipo gay que
escribe. Espero ser diverso. No quedarme pegado. No sé de qué escribiré a
futuro, pero Sudor sí es acerca de
las noches de verano en el Santiago gay de hoy. No sé qué haré después. Que yo
apoye la causa o admire Iguales es un tema; lo que escriba es otro. Y
donde voy a bailar también.
Nos reímos, yo le digo que para mí la
orientación sexual es un dato, no un elemento de interpretación de la obra de
nadie.
PS: No se sabía que era gay pero sus
novelas sí trataban la temática. Siempre en sus personajes había una tensión
homoerótica. Y lo otro es que anteayer en la Cámara de Diputados un periodista
le sacó fotos al celular de un diputado que se estaba mandando whatsapp
mensajes sexuales con hombres, y lo más divertido es que los interlocutores
eran tres. Y se mandaban guarrísimos. Pero hubo una condena social al medio que
lo publicó, porque todos pensaban “quien no se ha mandado mensajes con otros
mientras trabaja, quien no se ha mandado mensajes guarrísimos con otros.” Lo
peor es que ese señor es casado, y ese día tuvo que volver a su casa.
Este señor es un buen diputado, hace
mucho que está en política, ha sido reelegido seis veces, ha hecho cosas buenas
para la sociedad, se mostró el porcentaje de su asistencia a las sesiones, o
sea que si uno sabe de política sabe si alguien está haciendo bien política o
no. Y qué importa entonces con quién se mande los mensajitos. En literatura es
distinto porque la biografía marca mucho.
Volvemos a Henry James, él me corrige
mi idea de que había tenido una herida en la guerra y me recomienda una
biografía de un inglés. Prometo conseguirla. Y me dice “El no fue a la guerra. Tenía
un dolor en la espalda. Era el niño frágil de la mamá.”
Hablamos mucho, me cuenta cómo eligió
dedicarse a la escritura y abandonar su profesión de economista. Y defender los
derechos igualitarios
Yo sigo leyéndolo, se apodera de mí
ese fluir de pensamientos y de historias que son la literatura, y que no
encontramos habitualmente en los autores contemporáneos.
Y entonces quiero anotar algunas citas
de la que es su gran novela: La barrera
del pudor.
La barrera del pudor
Ella, la narradora, es
paisajista.
“Me aferro a lo que me
resulta más seguro y placentero, a esta casa y su rutina reconfortante, al
jardín y su manera simple de devolver la fe en la vida “
“Tuve la intención de
decir ´te quiero´, pero antes de pronunciar esas palabras que en realidad
acarreaban otros significados –adiós, perdóname. tengo miedo-, me detuve a
pensar qué sentiría en el caso inverso: si él dijera te quiero´.”
“…ambos estábamos
solos cuando nos vimos por primera vez. Ni él en su familia ni yo en la mía encontrábamos
refugio. Nuestros hogares eran pampas barridas por vientos desoladores.”
Sus opiniones …”nacían
de una experiencia placentera o desagradable al leer el libro, pero al
transformar estas emociones en argumentos literarios, por lo general creía
estar inventándolos. En esto se fundaba, además, el temor a escribir sus
propias historias.”
“-No estábamos
aburridos, no estábamos desilusionados, ni él ni yo habíamos cambiado de un
modo que nos hiciera imposible convivir, sencillamente no pudimos superar la
frustración.”
“(…)” ese encarnizado
juez imaginario que tenía la cara de su padre.”
“Miro el mar y rebusco
dentro de mí la pesadumbre para aliviarla con un buen llanto. Sin embargo, me encuentro
con una nube de sentimientos que vuelve ciego el presente, y el pasado lo
convierte en un faro que ya no se ve.”
“Es lo que he buscado
hasta ahora, hallarme inmersa en la vida peligrosa y al mismo tiemplo a salvo
de su inclemencia gracias a una armadura afectiva; un ideal que creemos común a
todos, aunque la mayoría no busque más que un lugar donde refugiarse.”
[1] “The
natural inheritance of everyone who is capable of spiritual life is an
unsubdued Forest where the Wolf howls and the obscene bird of Night chatters.”
Henry James Sr, writing to his sons Henry and
Williams.
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