*Un Bartleby del sur: José Bianco
“…se acostó
entre un fragante desorden de junquillos, varas de nardo, fresias y espadañas.”
José Bianco, Sombras suele vestir.
Era
una noche de verano, y Natalia Kohen, la pintora y mecenas de tantos artistas,
nos había invitado a su casa. Natalia vivía en la avenida Libertador, en un
piso donde albergaba su colección de pintura argentina. Era mi primera visita,
y aunque los invitados éramos los de siempre en los domingos de Natu Poblet,
esta vez mi expectativa era distinta.
Yo
vivía por entonces en el barrio de San Cristóbal, y un extraordinario
colectivo, el 101, me dejaba prácticamente en la puerta de su casa. A esa hora
–nochecita- pude sentarme, y más o menos
a la altura de la calle Juncal, subió un señor delgado, elegante, de unos
setenta años, que con gesto adusto y voz severa le indicó a una chica que
estaba sentada en los asientos delanteros, que debía dejarle el lugar. Ella
obedeció al instante.