Muchas veces Victoria
Ocampo confesó que era tímida. Que cuando
se enfrentaba con sus héroes literarios le faltaban las palabras , no
sabía qué decirles. Como parte de su camino de aprendizaje vital que sólo
terminó en su vejez, el acercamiento a
estos héroes es, seguramente, una proyección de sus apetencias creadoras, una manera de encontrar
su propia identidad. Tardía, trabajosamente, es la ley de su destino la que la
llevaba a no cejar, a no entregarse. En 1934 vuelve a Europa, invitada por el Instituto Interuniversitario Italiano a un ciclo de conferencias.