jueves, 25 de junio de 2015

Para que no nos corten la cabeza

Revisar la historia y la literatura buscando las razones y las circunstancias en las cuales mueren algunas mujeres necesitaría de un trabajo que excede los marcos de estas reflexiones.
Sin embargo, partimos de que en uno de sus trabajos, Freud se pregunta “Qué quieren las mujeres”. Tomo esta pregunta y la convierto en otra: “Cuánto vale la vida de las mujeres”. En cuanto me fue propuesta esta aventura, pensé en dos personajes de la literatura; en dos actrices muy hermosas, de muerte dudosa, y en dos hombres contemporáneos, de gran nivel intelectual y prestigio, que atentaron contra sus mujeres. Ifigenia, de la tragedia griega, Desdémona, de la tragedia isabelina, el Otelo de Shakespeare; Marilyn Monroe (suicidio por ingestión de pastillas), Nathalie Wood (desaparecida aparentemente al caer por accidente del barco en el que pasaba unas vacaciones con su marido y otros invitados). Ellos, los hombres: Louis Althusser (1918-1990), filósofo francés, autor, entre muchos trabajos, de dos libros muy leídos en mi generación: “La revolución teórica de Marx” y “Para leer el capital”. Norman Mailer, (1923-2007) en 1948 publica “Los desnudos y los muertos”. Y muchas novelas más, entre ellas “La canción del verdugo”, “El castillo en el bosque fue la última”. También una biografía novelada de Marilyn Monroe.
 Mi pregunta, entonces: *Cuánto vale la vida de las mujeres *De dónde viene el permiso que autoriza la vida de las mujeres como prenda. *Y una tercera, tomando como bisagra la historia de Sherezade y el sultán, en “Las mil y una noches”, libro que compendia los relatos más antiguos de la tradición oriental. Un sultán descubre que su mujer le es infiel, la mata, y a partir de ese momento le pide al visir que todas las noches le proporcione una muchacha virgen, que pasará la noche con él y al día siguiente se le cortará la cabeza. Sherezade, la hija del visir, le pide a su padre ser ella la que duerma con el sultán, a su pesar, su padre accede. Sherezade le cuenta al sultán una historia, y tiene la habilidad de interrumpir cada noche para retomar al día siguiente, con lo cual salva la vida y se convierte, después de muchas noches, en la esposa del sultán y madre de sus hijos. La fórmula de Sherezade: “si el rey me lo permite, continuaré esta noche con la historia”. Entonces la tercera pregunta es
cuanto cedemos, como Sherezade, con esa amenaza pendiente. Cuanto cedemos para que no nos corten la cabeza.
 *La historia del levita : del libro de los jueces, uno de los libros testimoniales del Antiguo Testamento. La mujer del levita (de la tribu de Levi) es infiel a su marido y se vuelve a la casa del padre. El marido la va a buscar, en el camino de regreso se alojan en la casa de un desconocido que les da albergue, un grupo de hombres pretende que el dueño de casa les entregue al levita para sodomizarlo, les ofrecen a la hija virgen del dueño de casa y a la esposa del levita, finalmente este les entrega a su mujer y ellos abusan de ella hasta que cae muerta, entonces la descuartiza, la divide en 12 pedazos y los manda a distintos puntos geográficos. Una interpretación posible: convierte el cuerpo de la mujer en sexo y el sexo femenino en propiedad y símbolo de poder. Para evitar su propio ultraje, entrega a su esposa, con lo cual se venga de ella. Descuartizarla es desexualizarla. Este mensaje va dirigido a las mujeres y se traduce en que todo acto de autonomía sexual puede resultar castigado hasta la muerte.
 *Ifigenia en Aulide, de Eurípides. Aproximadamente 404 a. C. En griego quiere decir “mujer de raza fuerte” y por ser hija de Agamenón, de la familia de los atridas, forma parte de esta saga de la guerra de Troya, desarrollada por Homero en la Ilíada y por los otros autores de tragedias como Esquilo y Sófocles. Es hija de Agamenón y Clitemnestra. Pero es Eurípides el que le dedica dos tragedias: Ifigenia en Aulide e Ifigenia en Táuride, de fecha incierta. Agamenón, rey de Micenas, es elegido comandante de los ejércitos que han de ir a Troya a rescatar a Helena, mujer de su hermano Menelao. Pero Agamenón había cazado uno de los venados del bosque sagrado de la diosa Artemisa, y esta aprovecha para vengarse desviando los vientos que hubieran favorecido la partida de las naves. Calcante, el adivino del rey, interroga a los oráculos y estos le dicen que para aplacar a la diosa, Ifigenia debe ser sacrificada. Ifigenia está en Micenas con su madre y Calcante, que es el encargado del sacrificio, la llama con la excusa de que va a ser entregada en matrimonio a Aquiles. En otras versiones el sacrificio se consuma, pero en la Ifigenia de Eurípides la diosa se apiada de la muchacha y pone una cierva en su lugar, llevándose a Ifigenia a Táuride como sacerdotisa. Ifigenia resulta ser entonces la que paga las culpas de los otros, y es el símbolo, al aceptar su destino, de la obediencia filial y del respeto al patriotismo. Agamenón duda pero debe obedecer para no perder su prestigio entre los griegos, Aquiles quiere defenderla puesto que nadie lo consultó para usar su nombre como futuro esposa de la muchacha, Clitemnestra sufre y amenaza a su esposa, Ifigenia suplica a su padre que le conserve la vida. Son emocionantes sus palabras: “¡Contemplar la luz esta que ahora vemos es lo más dulce para los mortales. El mundo de los infiernos, por el contrario, no es nada. Loco está quien morir desea: vivir mal es mejor que morir honrosamente.” Para excusarse, Agamenón le habla de la patria, y argumenta “Nosotros somos inferiores a esta circunstancia.” “Toda la poderosa Hélade tiene su mirada en estos momentos puesta en mí. En mis manos está la oportunidad de que las naves se hagan a la mar y la completa aniquilación de los frigios, y que ya no se permita raptar en el futuro a nuestras esposas fuera de la dichosa Hélade, si los bárbaros intentan hacerlo, porque van a pagar la seducción de Helena, a la que Paris raptó. Si muero, evitare todas estas atrocidades y mi fama por haber liberado a Grecia será dichosa.” Y añade señalando a Aquiles, que había querido salir a defenderla: “este individuo no debe enfrentarse a todos los argivos ni morir por culpa de una mujer. Es mejor que siga contemplando la luz del día un solo hombre, solo uno, que miles de mujeres.” Y se retira diciendo: “Qué salvación vengo a traer a los helenos, portadora de victoria. “ Y estas palabras tan conmovedoras: “Adiós, amada luz mía.” Es decir, se engrandece, deja a la miseria de los hombres la duda y se erige ella misma en heroína. Pero esto, a partir de una decisión tremenda.
 *Otelo, de Shakespeare, 11 siglos después. Se tiene noticia de que se dio por primera vez en el palacio de White Hall el 1 de noviembre de 1604. Otelo es un general africano a quien el dux de Venecia le encomienda conducir las tropas, y elige a Casio como su teniente. Yago, quien quería esa posición, urde una intriga por la cual denuncian a Desdémona ante el senador Brabancio, su padre que todavía no ha descubierto que ésta está por huir con Otelo. Todos van ante el dux y Brabancio pronuncia estas palabras, que son el desencadenante de la tragedia: “ Vela por ella, moro, si tienes ojos para ver. Ha engañado a su padre y puede engañarte a ti.” Como ocurre muchas veces en estas intrigas, el objeto revelador es el pañuelo: se lo regala Otelo a Desdémona, a ella se le cae, lo recoge Emilia, se lo da a Yago (su marido) este lo pone en el cuarto de Casio, Casio se lo entrega, sin saber de quién es, a Blanca, una mujer con quien tiene amores. Yago hace que Otelo observe secretamente su conversación con Casio en la que hablan de Blanca pero de modo tal que parece Desdémona. Blanca le devuelve el pañuelo a Casio y Yago incita a Otelo a estrangular a Desdémona. Antes de esto, hiere a Casio. Cuando se acerca a Desdémona dormida dice “…no quiero verter su sangre; ni desgarrar su piel, mas blanca que la nieve y tan lisa como el alabastro de un sepulcro. Pero debe morir, o engañará a más hombres. Apaguemos la luz, y después apaguemos su luz!” y en un diálogo donde ella niega su culpa, Desdémona pide el tiempo de rezar una plegaria (en el Otelo de Verdi esta es una hermosa aria), pero Otelo se lo niega y la ahoga. Mueren: Desdémona estrangulada por Otelo, Emilia a manos de Yago, por decir la verdad y Yago muerto por Otelo, quien finalmente se mata. Es decir, nuevamente el amor, la pasión, la vida de una mujer como prenda de los conflictos de los hombres, en este caso jugados también alrededor de la guerra.
 *Louis Althusser. Póstumamente fue publicada una Autobiografía, y el año pasado sus “Cartas a Helène”, su mujer, que había compartido con él el campo de concentración, le había descubierto a Marx y a quien estranguló en 1980, siendo absuelto por el juez por sus antecedentes psiquiátricos. Tuvo crisis maníaco-depresivas frecuentes a partir de 1947, recibió tratamientos, pese a lo cual trabajò y estudió y escribió muchos libros, mantuvo coloquios con alumnos, y una amistad con el filósofo católico Jean Guitton. En 1968 se había casado con Helène, que era mucho mayor que él y ya era su pareja desde hacía años. En noviembre de 1980 se presentó en la casa de Jean Bousquet, un colega, director de la Ècole Normal Superière, y le comunicó que había estrangulado a su mujer. Tras una revisión médica fue internado en el pabellón psiquiátrico del hospital Sainte-Anne de París. Fue procesado por homicidio voluntario, pero ese mismo día el juez archivó las diligencias, y tres expertos certificaron que el hecho había ocurrido en pleno estado de demencia. Althusser comienza su Autobiografía con el relato de su crimen. Relato pormenorizado, frío, absolutamente consciente. También se han encontrado cartas y referencias propias a su romance con Franca Madonia, traductora de los filósofos franceses y filósofa ella misma, él tenía 42 años, ella 35. En la auto biografía se refiere también , la terapia de Helena y de él con el mismo terapeuta, la simbiosis entre ambos, y la frase de su última carta a Franca, donde, refiriéndose a esto, le dice “Si pusiera fin a mi juego lo haría de un modo tan agresivo como mi juego mismo.” Aquí, un hombre desequilibrado a raíz de los sufrimientos padecidos en un campo de concentración, una mujer que oficia de guía y de soporte, un amor más acorde con edad y experiencia y la imposibilidad de desatar el nudo simbiótico con alguien que oficia de madre. Y otra vez la tolerancia hacia el culpable, y pocas referencias a la suerte o a la historia de la víctima. Mi reflexión, con todo el respeto que merece la enfermedad: Althusser no estranguló a nadie más, solo a su mujer.
 Norman Mailer, norteamericano, autor de “Los desnudos y los muertos”, novela de guerra publicada en 1948. Otras novelas, y también una biografía novelada sobre Marilyn Monroe. En su libro “Política sexual”, la ensayista Kate Millet analiza entre otros, la obra de Norman Mailer, sobre todo “El sueño americano”. En 1960 hirió a su segunda mujer, al apuñalarla con un cortaplumas durante una fiesta. No fue declarado culpable. Las escenas de sexo en las novelas y cuentos de Norman Mailer revelan una intención de sometimiento y un machismo elemental, no obstante lo cual su literatura es excelente. También William Burroughs, autor de “Desayuno desnudos”, de la generación beat, mata a su esposa bajo el efecto de las drogas.
 *En 1981, Nathalie Wood, la protagonista de una película emblemática, West Side History, murió ahogada al caer de una embarcación. En su certificado de defunción la muerte fue calificada como “accidental”. El 7 de julio de 2012, esta categoría ha sido cambiada por la de “causal indeterminada.” Su marido Robert Wagner contó que ella quiso navegar en un bote y su hermana sostuvo que Nathalie odiaba el agua. Los fiscales, 31 años después, cambiaron la carátula porque el cuerpo presentaba contusiones que no tienen mucho que ver con la muerte accidental. El capitán ahora cambió su testimonio y dijo que los había visto pelear. Nathalie Wood era muy hermosa, ambos tenían un hijo, su marido la celaba. Pero quiero marcar esto: nunca Robert Wagner, la única persona que acompañaba a la víctima, fue sospechado por este episodio.
 *Marilyn Monroe En agosto de 1962, hace exactamente 53 años, apareció muerta en su dormitorio, según el médico por ingesta de barbitúricos, a loa 36 años de edad. Había estado casada tres veces: con un hombre no famoso, con el dramaturgo Arthur Miller y con el deportista Joe Di Maggio. Su infancia había sido muy desdichada. Estos fueron las teorías que se desplegaron: asesinato promovido por los hermanos Kennedy, John y Robert, dado que en su diario ella revelaba secretos que no querían que se dieran a conocer y ella venía chantajeándolos con eso. Esto convenía a los adversarios políticos de Kennedy. Se acumularon testimonios de todas las personas cercanas o que incluso habían estado con ella antes de que apareciera muerta. Luego circuló la hipótesis del suicidio provocado por amenazas. Pero lo que nadie rescató –y si lo hace Daniel Spoto en una biografía posterior- es que ella estaba en vías de restablecerse de sus angustias, con el proyecto de volver a casarse con Joe Di Maggio, y que su médico tenía con ella una relación de posesión que hizo que probablemente se excediera en su medicación. La biografía de Donald Spoto deshace eficazmente la red de versiones que atribuyen al suicidio la muerte de la actriz . En una entrevista reciente, Spoto resume así sus conclusiones: "Pese al libro que yo escribí para que se la comprendiera mejor, sigue siendo una gran incomprendida. En Estados Unidos, si eres guapa, sexy y además llevas el pelo rubio, tienes que ser Eva la tentadora. Marilyn no era drogadicta ni alcohólica, con John Kennedy pasó una tarde, y con su hermano Bob no tuvo ninguna relación. Tampoco se suicidó, iba a casarse de nuevo con Joe Di Maggio, pero la gente sigue creyendo que así fue. No quieren creer la verdad, que era inteligente y trabajadora. Es más fácil pensar que era estúpida, drogadicta, autodestructiva y suicida".
 En todo esto están presentes los estereotipos, que adjudican a las mujeres, amenazantes características de seducción. Concluyendo, con estos ejemplos podría conjeturarse que, en nuestra cultura, 1. Hay víctimas de ambos géneros pero su estatuto no es el mismo según de qué género se trate. 2. Las transgresiones sexuales de las mujeres son pecados imperdonables y los victimarios son en general perdonados o su crimen es atenuado dando como causa sentimientos desbordados.
 *Y para cerrar vamos a ver un ejemplo de cómo pasa esto a la cultura popular, por lo menos entre nosotros: recordar dos letras de tango de uno de nuestros ídolos de la cultura popular, Carlos Gardel. Vemos aquí dos actitudes semejantes pero con un final distinto. “Tomo y obligo”, la letra es de Manuel Romero, la música es de Gardel. “Tomo y obligo, mándese un trago,/Que hoy necesito el recuerdo matar,/ Sin un amigo lejos del pago/ Quiero en su pecho mi pena volcar./ Beba conmigo, y si se empaña/ De vez en cuando mi voz al cantar,/ No es que la llore porque me engaña,/ Yo sé que un hombre no debe llorar.” La causa de la confesión: la descubrió con otro. Y entonces sigue “y le juro, todavía no consigo convencerme/como pude contenerme y ahí nomás no la maté.” Pero hay otro que no se contiene: “A la luz de un candil”, la letra es de Julio Navarrine. Y cito algunas frases que seguramente todos recordamos: “Me da su permiso, señor comisario?”, “Arrésteme sargento y póngame cadenas! Si soy un delincuente que me perdone dios!”, “Señor…me traicionaban y los maté a los dos!” Es decir, el honor.
Lo mismo ocurre en dos novelas emblemáticas del siglo XIX: Madame Bovary, de Gustave Flaubert, y Ana Karenina, de Leon Tolstoi. Son las novelas de adulterio, donde la soluciòn es el suicidio de las protagonistas. Son novelas escritas por hombres, donde la búsqueda de la felicidad (las dos protagonistas se enamoran fuera del matrimonio ya que no son felices) es castigada socialmente y lleva a las mismas mujeres a darse muerte por su propia mano.
Creo que habría que continuar este relevamiento deconstruyendo los libros sagrados de todas las religiones, porque seguramente allí encontraremos otras situaciones similares, eso que he llamado al c0mienzo “permisos” y que marcan una huella muy difícil de anular. Que, además, crea historias complejas, en las que no solamente hay víctimas y victimarios, sino también los que se aprovechan de la situación para generar intrigas y aprovechan de ellas, los denunciantes, y pocas veces el dolor del que se equivoca y admite su error. Porque aunque Otelo, reconoce su error antes de matarse, reivindica como rasgo de su hombría (ya que ha matado a una mujer y eso lo desmerece) haber matado a un “perro turco”:
 “…cuando en vuestras cartas narréis estos desgraciados acontecimientos, hablad de mi tal como soy. No atenuéis nada por malicia” … “…y agregad que una vez en Alepo, donde un malicioso turco en turbante golpeaba a un veneciano e insultaba a la república, agarré de la garganta al perro circunciso y dile muerte…, así” Y se apuñala.
Guerra, amor, muerte, celos, propiedad, todo esto llevado, en el universo de lo simbólico, pero también en lo real, a reforzar el derecho patriarcal de posesión y castigo. De todos modos, quiero terminar diciendo que, si bien el valor de la vida de las mujeres pueda percibirse todavía como inferior al de los varones a través de estos pocos testimonios, quien haya visto las fotografías de la fosa común en Damasco en estos días, podrá decir que es el valor de la vida humana, con todos los matices, lo que está en juego en nuestra civilización.
Y es allí donde está la batalla, pienso, que sin duda albergará no solamente nuevas y mejores leyes, sino educación, saneamiento de los vínculos, nuevos códigos, moral, respeto a lo que tiene de sagrado e irreemplazable la vida. Josefina Delgado Bibliografía Donald Spoto, Marilyn Monroe, Barcelona, Anagrama, 1993. Kate Millet, Política sexual, Madrid, Cátedra, 1995 (ediciòn en lengua original, 1970).

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