lunes, 3 de febrero de 2014

Albert Camus, el eterno extranjero



Ingresé a la Facultad de Filosofía y Letras en marzo de 1960. Mi primera materia: Introducción a la Literatura. Profesora titular: la doctora Ana María Barrenechea. En un apartado del programa, donde leímos teatro, Los justos, de Albert Camus. Que había muerto apenas dos meses antes, a los 47 años. Nunca supe si fue un homenaje de esta profesora extraordinaria que en este momento tenía 46, o un casualidad a la que la llevó su deseo de introducirnos en aquellos que en esos años –apenas tres de que Camus recibiera el Premio Nobel, y menos de diez de su ruptura con Sartre- eran los puntos de interés y debate intelectual. Junto con Los justos, la obra de Sartre que de algún modo le hace espejo: Las manos sucias.

“Caliente, pensaban los parisinos. El aire de primavera. Era la noche en guerra, la alerta. Pero la noche pasaría, la guerra estaba lejos. Los que no dormían, los enfermos encogidos en sus camas, las madres con hijos en el frente, las enamoradas con ojos ajados por las lágrimas, oían el primer jadeo de la sirena. Aun no era más que una honda exhalación, similar al suspiro que sale de un pecho oprimido . en unos instantes, todo el cielo se llenaría de clamores. Llegaban de muy lejos, de los confines del horizonte, sin prisa, se diría. Los que dormían soñaban con el mar que empuja ante sí sus olas y guijarros, con la tormenta que sacude el bosque en marzo, con un rebaño de bueyes que corre pesadamente haciendo temblar la tierra, hasta que al fin el sueño cedía  y, abriendo apenas los ojos, murmuraban: “¿Es la alarma?”
Más nerviosas, más vivaces, las mujeres ya estaban en pie, algunas, tras cerrar ventanas y postigos, volvían a acostarse. El día anterior, lunes 3 de junio, por primera vez desde el comienzo de la guerra habían caído bombas sobre país. Sin embargo la gente seguía tranquila. Las noticias eran malas pero no se las creían. Tampoco se habían creído el anuncio de una victoria.”[1]
El 14 de junio de 1940, las tropas alemanas entran en París.