viernes, 25 de enero de 2019

Los silencios de VIctoria


  
           Muchas veces Victoria Ocampo confesó que era tímida. Que cuando  se enfrentaba con sus héroes literarios le faltaban las palabras, no sabía qué decirles. Como parte de su camino de aprendizaje vital que sólo terminó en su vejez, el  acercamiento a estos héroes es, seguramente, una proyección de sus  apetencias creadoras, una manera de encontrar su propia identidad. Tardía, trabajosamente, es la ley de su destino la que la llevaba a no cejar, a no entregarse. En 1934 vuelve a Europa, invitada por el Instituto Interuniversitario Italiano a un ciclo de conferencias.

            Victoria no ocultó a sus anfitriones su antipatía hacia el régimen fascista, pero sin embargo la invitación se mantuvo. la conferencia, titulada "Supremacía del alma y de la sangre", sirvió para exponer su postura frente a una literatura en la que se manifiesta una manera apasionada de ver la vida, muy similar a la suya propia. D. H. Lawrence fue uno de los escritores analizados.
¿Cómo no suponer que esta mujer que tenía entonces cuarenta y cuatro años, separada de su marido, rica y libre, iba a sentirse atraída por la figura de Mussolini? Y en esta atracción se reflejaba sin duda el poder de una personalidad carismática, como la del político italiano, pero también la capacidad de mirar de Victoria. Casi

martes, 1 de enero de 2019

Un buen judío, de Carolina Esses

Editorial  Bajo la luna, Buenos Aires, 2017.

Lo primero que leemos es un poema en inglés de Wallace Stevens:  “Uno debe tener un ánimo de invierno /para considerar la escarcha y las ramas…”. Tras esto, comienza la novela y la nieve solo aparecerá en la página 123.
Pero antes, un título sin duda desafiante: esa palabra, judío, en una novela escrita por quien decide desentrañar una historia familiar. El marco es una situación habitual: un casamiento, una pareja que hace primero su ceremonia civil y luego se prepara para un festejo que se ve alterado por el aviso de que el padre del novio ha sido internado por unos dolores que supuestamente corresponden a una hernia que va a ser operada de urgencia pero sin ningún mal pronostico .
Y de aquí en más se despliegan los datos: la novia, Anita, es católica: Hernán, el novio, es el hijo de Elías Fauré, el buen judío, que ha dejado de serlo, rechazado y condenado por su entorno religioso pero también familiar, ya que se ha casado en segundas nupcias con una mujer no judía, madre de Hernán y de Martín.
Al conflicto religioso, que más que religioso es en todo caso cultural, se añade los naturales roces entre hermanos, hermanastros, medio hermanos y por supuestos, parientes políticos.