miércoles, 31 de diciembre de 2014

Cómo convertir la realidad en ficción, o entre Alonso Quijano y Enric Marco

Termino de leer "El impostor", del gran Javier Cercas. Ya no se trata de un episodio histórico, como en "Soldados de Salamina" o "Anatomia de un instante". Ahora hay un héroe cuestionado, un mentiroso perfecto, que se erige en protagonista de una vida que no tuvo. Enric Marco, un hombre ya de mas de 90 años, que es descubierto en el alevoso fingimiento: no fue un obreto anarquista, no se exilió en Francia, no estuvo en un campo de exterminio, no fue un luchador antifranquista.
Y sin embargo, ocupó lugares destacadisimos no solo en importantes organismos sindicales, sino que también presidió la Amical española, la asociacion de los españoles que fueron recluidos en campos de concentración alemanes. Hasta ahí llega. Y no es poco.

lunes, 13 de octubre de 2014

"La muerte y la doncella" o el refinamiento de los perversos.

Acercarse al teatro Nacional  Cervantes para ver la pieza de Ariel Dorfman no deberia ser una decisión inocente. Porque la fuerza dolorosa de esta anécdota, la belleza lacerante de su texto, la increible perfección de su puesta y de sus actuaciones debe contar -creo- con un espectador dispuesto en su sensibilidad a recibir esta descarga. Valga la tremenda paradoja.
Publicada por primera vez en 1990, el argentino chileno Ariel Dorfman -tan conocido entre nosotros por sus trabajos críticos, "Para leer el Pato Donald" (1972) es lo que más recuerdo, junto con el belga Armand Mattelart- encaró con grandeza el tema de la tortura a una mujer detenida durante la dictadura pinochetista, por ayudar a escapar a militantes políticos. En la línea de "Portero de noche" (1974), de la directora Liliana Cavani, la víctima y su verdugo se encuentran por azar. Pero Dorfman añade a un tercero, el marido de la víctima, a quien acaban de designar integrante de la comisión que investigará los crimenes cometidos por la represión.
La diferencia entre el contexto histórico chileno y el argentino hace aun más dolorosa la circunstancia que viven los personajes pero también el escribir en ese año este texto epifánico. Porque Pinochet, el artifice del golpe que derroca al gobierno de Salvador Allende y convierte al Estadio Nacional en un patíbulo a ciegas, no se va tan fácilmente. Convive con la Comisión y termina con un lugar en el senado. Pero además -y este es uno de los núcleos centrales de la pieza de Dorfman- no se acepta investigar casos de tortura, sino solamente las muertes. Tremenda hipocresía que deja inermes a los sobrevivientes.
El doctor Miranda, el médico que debe controlar a los torturadores para garantizar que el prisionero siga con vida, se aprovecha de su victima y la somete a sus abusos sexuales mientras el cuarteto de Schubert le sirve de música de fondo.
Y aqui nos enfrentamos con la banalidad del mal, segun Arendt: ¿cómo saber si somos capaces del heroismo de negarnos a ser sirvientes del demonio? ¿Como saber si la culpa nos obligaria a compensar el horror con el desatarse del deseo? Y matar, ¿sirve matar a quien nos destruyó? La tremenda herida, ¿se resuelve con la venganza?
Javier Margulis, Marcela Ferradas, Horacio Peña, Guillermo Santamarina: gracias.
Por la belleza, por el dolor, por permitirnos renovar la memoria y la conciencia.

viernes, 11 de julio de 2014

De la calle y algo más

Avenida Las Heras, cruzando Pueyrredón hacia el norte. Paso caminando. Policia y pequeño grupo en la puerta de un supermercado chino modesto. Miro el móvil: se trata de una formación especial de la policia federal, que acude en casos de abuso de autoridad de la propia policia. En la puerta, un muchacho uniformado con su chaleco naranja, pero contra la pared y contenido por otro uniformado sin el chaleco naranja. A su lado, un muchachito que no lo mira, y habla con una mujer que le pregunta si estudia. La pregunta es cordial. El uniformado con chaleco mira al piso. El chico no.
Pregunto y me cuentan. El policia quiso detener al chico por presunto robo, la gente intervino porque era evidente el error, el policia fue violento, las mujeres llamaron al otro móvil. Y ahi estaban todos - estábamos- viendo como dos "morochitos", uno con poder, el otro no, habian felizmente provocado una intervención solidaria.
Para pensarlo, verdad?

miércoles, 2 de julio de 2014

"La educación de un escritor", de mi próximo libro Memorias imperfectas

La educación de un escritor

Nos encontramos una mañana de invierno, su primera mañana en Buenos Aires, en el café de la librería Eterna Cadencia, en el barrio de Palermo. Llega tarde, y eso me permite sacarme el sueño y el apurón. Es alto y está vestido de jean, y a medida que avanzamos en la charla le va apareciendo una sonrisa cálida y a veces burlona.

Empiezo pidiéndole grabar, y me acuerdo cómo una vez que le hice una entrevista a Bioy Casares el grabador no grabó nada y yo no había tomado apuntes. Me dice entonces que él lleva dos grabadores, y alguna vez pensó en llevar tres, se reconoce como un obsesivo.
Le cuento que, como estudiante de letras, tengo un prejuicio,  que es no leer lo que lee todo el mundo. Cerca de mi casa tengo una librería en cuya vidriera estaba tu libro, le digo. Había visto toda la publicidad y….”¿ Y te parecía sospechoso, verdad?”, me dice. Y añade que el libro ha tenido que enfrentarse con ese problema. Otro de sus problemas es llamarse Gamboa, y que lo presenten como Santiago Gamboa, el colombiano. Nos reímos. Porque es lo que acabo de hacer yo misma. Me cuenta que en Colombia todo el tiempo tuvo que aclarar que no era él.
Ahora hablo yo: “Vencí el prejuicio, leí el libro, leí las críticas y creo que la novela libra su propia batalla contra algo que se construyó alrededor, que no está mal, la propaganda, el aval de Vargas Llosa, y se defiende muy legítimamente.” Y me cuenta que el proceso de “apadrinamiento” de Vargas Llosa

miércoles, 26 de marzo de 2014

Los silencios de Victoria



           Muchas veces Victoria Ocampo confesó que era tímida. Que cuando  se enfrentaba con sus héroes literarios le faltaban las palabras , no sabía qué decirles. Como parte de su camino de aprendizaje vital que sólo terminó en su vejez, el  acercamiento a estos héroes es, seguramente, una proyección de sus  apetencias creadoras, una manera de encontrar su propia identidad. Tardía, trabajosamente, es la ley de su destino la que la llevaba a no cejar, a no entregarse. En 1934 vuelve a Europa, invitada por el Instituto Interuniversitario Italiano a un ciclo de conferencias.

sábado, 22 de marzo de 2014

"Por Vallejo", poema de Gonzalo Rojas

Ya todo estaba escrito cuando Vallejo dijo: -Todavía.
Y le arrancó esta pluma al viejo cóndor
del énfasis. El tiempo es todavía,
la rosa es todavía y aunque pase el verano, y las estrellas
de todos los veranos, el hombre es todavía.

Nada pasó. Pero alguien que se llamaba César en peruano

miércoles, 19 de marzo de 2014

Una novela polifónica: "El incendio de abril", de Miguel Torres

Como ocurre a menudo con los escritores latinoamericanos, poco sabemos de este estupendo escritor colombiano. La solapa, felizmente Google, rescatan una intensa historia de escritor. Pero el teatro es su tarea inicial. De allí saldrán posiblemente, ese fervor por retratar todas las voces posibles.
Porque el hecho central es el asesinato de José Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948 en Bogotá. Y de allí el nombre de "bogotazo" que se ha dado a este levantamiento popular.
Quienes cuentan?  Elijo al azar: Reinaldo Espitia, tornero; Fabio Sastoque, Relojero; José Marrero, actor de una compañía de teatro española (Quédate en Madrid, no te vayas de gira con la Guerrero que en esas republiquetas bananeras se arma un jaleo todos los días, le dicen antes de que viaje); Isaias Arana, escribidor de cartas de amor. Y asi páginas y páginas, en un vértigo de escenas de violencia espontánea (al parecer) y el lector siente que también corre y se esconde y quema tranvías y roba joyas y busca al culpable. Y sentimos que Bogotá se nos hace carne, y crece hasta lograr que el resto del mundo la escuche.
Pero luego se añade un solo personaje, Ana, que busca a su marido,

domingo, 16 de marzo de 2014

Un premio merecido: "Bestias afuera", de Fabian Martinez Siccardi

Los premios literarios, lo sabemos, son complejas operaciones en las que juegan no solo los criterios de calidad sino también el marketing. El premio Clarin-Alfaguara, sin embargo, ha cumplido siempre con las expectativas de los lectores comprometidos con la innovación y la calidad. Pedro Mairal, Patricia Suárez y Raquel Robles, por citar de memoria, son una prueba de esto.
El premio 2013 correspondió a un relato de apenas 125 páginas. Apenas, cuando tengo en mi mesa de trabajo una novela que me aguarda: 957. Casi 1000. La leeré alguna vez? Y es de un autor al que admiro.
Pero este apretado relato reúne la eficacia de una prosa bella y prolija, más el tenso transcurrir de un tiempo que no sabemos adonde se dirige. Y el misterio de los personajes que rozan la perversión y la locura.
La narrativa argentina de hoy tiene exponentes de esto que yo daría en llamar "contarlo todo pero velado": es decir, da cuenta del sinsentido de una sociedad que desde hace muchos años tiene el compromiso no cumplido de explicar el por qué de la violencia y la muerte.
Martínez Siccardi ha sabido plantearlo. La respuesta la tenemos todos.

viernes, 28 de febrero de 2014

Los fantasmas en el tablado: las palabras en el teatro


Los fantasmas en su tablado

Estoy en diciembre de 2005. Alejandro Tantanian me pide que lea Cuchillos en gallinas, de David Harrower. Empieza el verano, y vengo de un año de lecturas intensas. Leer teatro significa dar vida a los fantasmas creados por otro, mucho más que en otra clase de ficción; en las novelas puede confiarse en la fantasía del autor, que sitúa a estos fantasmas en un espacio virtual, mientras que en el texto teatral casi inconscientemente nos forzamos a ponerlos, en carne y hueso, sobre un tablado que representa la convención de lo teatral. Somos dioses creadores del futuro prometido por el texto.

Los fantasmas me hablan al oído. Empiezan a resonarme algunas frases sueltas, armando su propio texto: “No hay que ser una cosa para ser como una cosa.”, “Sos como cualquier cosa que yo quiera”, ”... todo lo que es mi cuerpo se había ido de adentro para afuera.”, “¿Vi un charco (...) ¿Tenés un nombre para eso?”, “Las cosas cambian cada vez que las miro” y entonces en el texto se insiste con los nombres “¿hay un nombre para eso?”, “Entonces déme algo suyo. Algo que todos en la aldea conozcan. /¿Qué quiere, molinero? / Su nombre.” , “Todo lo que debo hacer es empujar los nombres hasta el fondo de lo que hay...”, "Cada nombre que conozco me llevará más cerca de Dios”, “El sonido de una mujer cuando nadie la oye. Sólo cuando lo merezca podré conocer los nombres.” También importa la mirada: “Miré mis manos”, “Yo miro al cielo. Pero me duelen el cuello y los ojos”, “No hay que mirar mucho para arriba. Las caras quedarían sobre las cabezas, chatas.”, “Dios sabe todo. El ve cada cosa. Él tiene nombre para todas las cosas.” O la pluma: “Mire. Cómo brilla el fuego en ella.” , “Puedo escribir lo que está aquí, en mi cabeza”, ”Yo vivo bajo un cielo distinto”, “Tantos nombres. Me los voy a aprender todos.”

Esta nueva red de significados se relaciona con otros textos, con otros fantasmas.

domingo, 23 de febrero de 2014

A diez años de la muerte de Graciela Cabal

La chica del pañuelito y los ojos azules

La conocí a Graciela en los primeros años de la década del sesenta, cruzándomela en la calle Viamonte. Nadie se saludaba si no se conocía, y ella era un poquito mayor que yo. Con esto quiero decir dos años, que para la regularidad de nuestras carreras era verdaderamente un abismo. Eran los años de las películas de Antonioni, y todas caminábamos un poco como Mónica Vitti o como Jeanne Moreau. Es decir, nos deslizábamos. A unas pocas cuadras estaba el café Los cuatro vientos, ya en la costanera, y muchas de las horas entre clases yo las pasaba allí.
Ella caminaba sin mirar a nadie, vestida de tweed gris, un tapado con cinturón atado flojo, y a veces con un impermeable gris plomo. Pero lo que nunca faltaba, y fue lo que me hizo reparar en ella, era el pañuelito en la cabeza, un pañuelo chico, atado con un nudo fuerte debajo de la barbilla. Eso, y sus ojos azules, transparentes, un poco fríos, mirando para adentro.

lunes, 3 de febrero de 2014

Albert Camus, el eterno extranjero



Ingresé a la Facultad de Filosofía y Letras en marzo de 1960. Mi primera materia: Introducción a la Literatura. Profesora titular: la doctora Ana María Barrenechea. En un apartado del programa, donde leímos teatro, Los justos, de Albert Camus. Que había muerto apenas dos meses antes, a los 47 años. Nunca supe si fue un homenaje de esta profesora extraordinaria que en este momento tenía 46, o un casualidad a la que la llevó su deseo de introducirnos en aquellos que en esos años –apenas tres de que Camus recibiera el Premio Nobel, y menos de diez de su ruptura con Sartre- eran los puntos de interés y debate intelectual. Junto con Los justos, la obra de Sartre que de algún modo le hace espejo: Las manos sucias.

“Caliente, pensaban los parisinos. El aire de primavera. Era la noche en guerra, la alerta. Pero la noche pasaría, la guerra estaba lejos. Los que no dormían, los enfermos encogidos en sus camas, las madres con hijos en el frente, las enamoradas con ojos ajados por las lágrimas, oían el primer jadeo de la sirena. Aun no era más que una honda exhalación, similar al suspiro que sale de un pecho oprimido . en unos instantes, todo el cielo se llenaría de clamores. Llegaban de muy lejos, de los confines del horizonte, sin prisa, se diría. Los que dormían soñaban con el mar que empuja ante sí sus olas y guijarros, con la tormenta que sacude el bosque en marzo, con un rebaño de bueyes que corre pesadamente haciendo temblar la tierra, hasta que al fin el sueño cedía  y, abriendo apenas los ojos, murmuraban: “¿Es la alarma?”
Más nerviosas, más vivaces, las mujeres ya estaban en pie, algunas, tras cerrar ventanas y postigos, volvían a acostarse. El día anterior, lunes 3 de junio, por primera vez desde el comienzo de la guerra habían caído bombas sobre país. Sin embargo la gente seguía tranquila. Las noticias eran malas pero no se las creían. Tampoco se habían creído el anuncio de una victoria.”[1]
El 14 de junio de 1940, las tropas alemanas entran en París.

sábado, 4 de enero de 2014

Homenaje a Roberto Bolaño, a diez años de su muerte

Porque en el Centro Cultural Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires se exhibe su archivo literario, a los diez años de su muerte, es que quiero reproducir esta nota entrañable de Javier Cercas, publicada en el diario El País en 2003.


Llanto por un guerrero 

  Javier Cercas
  El País Semanal, domingo 21 de septiembre de 2003

  Roberto Bolaño murió hace ya más de dos meses. Murió el 15 de julio, con
  apenas 50 años, y al día siguiente los periódicos se llenaron de glosas y
  artículos sobre su vida tremenda y su obra magnífica. La muerte no mejora a
  nadie, pero esta vez los artículos y glosas eran justos. En ellos

jueves, 2 de enero de 2014

De mi diario

Alfred Hitchcock: un artista completo


Días de final de un año difícil. Decido ver todo lo que pueda de Hitchcock, un maestro.
Me toca "Spellbound", en Buenos Aires "Cuénmtame tu vida".Año 1945, final de la guerra, que apenas si aparece mencionada en los recuerdos del protagonista masculino. Ingrid Bergman, treinta años. Su partenaire, Gregory Peck, veintinueve. y en el centro del film, una escena onírica que cuentan que Hitchcock quiso que no fuera la convención del sueño: imágenes veladas, música irreal. Quiso una escena ¨surrealista", y entonces fue convocado nada menos que Salvador Dalí, que proporcionó unos dibujos que solamente él o un muy buen imitador de su estilo, hubieran podido producir. 
Dali era un artista joven por entonces, pero ya era el autor de El gran masturbador, La persistencia de la memoria, Construccióm blanda con judías hervidas, Cisnes que se reflejan como elefantes, retrato de Mae West que puede ser utilizado como apartamento surrealista, Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar.
Surrealismo, psicoanálisis, y una historia que no te deja respirar.