¿Quién
puede resumir en pocas líneas el sentido de una vida? Y algo más: ¿Cómo saber
si es a través de lo que elegimos que estamos
develando lo esencial?
En la
vida de Roberto Yahni, muerto el 24 de abril de 2020 en dolorosas
circunstancias –pandemia, aislamiento, soledad- me atrevo a decir que el eje
fue su vocación. Enseñar, aprender, escribir: y antes de todo esto, por
supuesto, leer.
Lo
conocí siendo su alumna en la cátedra de Literatura Española Contemporánea, en
aquella gloriosa Facultad de Filosofía y Letras que en 1961 tuvo como titular a
Guillermo de Torre, aquel español que supo enseñarnos a leer las vanguardias a través
de sus repercusiones en la literatura española.
Roberto
Yahni era un profesor entusiasta, y nos abrió a sus alumnos,
no mucho más
jóvenes que él, el acceso a escritores españoles que en aquellos años
publicaban en una España soterrada. Fueron mis compañeros los poetas José
Malagón y Luis Tedesco: nunca nos perdíamos
sus clases, en aquellas aulas de la calle Florida y Viamonte.
Había
nacido en 1937, es decir que en aquellos días cumplía 24 años.
Y ya era un maduro investigador.
Y ya era un maduro investigador.
Pocos
años después de la renuncia de los profesores,
en la desdichada intervención dictatorial de la Universidad, viajó a Madrid,
con la idea de instalar allí una galería de arte como la que aquí llevaba
adelante su madre, Guernica.
Desde
esos tiempos hasta su regreso trabajó como editor en Alianza editorial, publicó
numerosos trabajos de investigación, y libros que lamentablemente no están en
nuestras bibliotecas, no sé si en la Nacional de España. Como por ejemplo, los Cuentos Completos de Ezequiel Martínez
Estrada (Alianza tres, Madrid, 1975) y la antología 70 años de narrativa argentina: 1900.1970 (Alianza editorial,
Madrid, 1970), Prosa modernista
hispanoamericana, (Alianza Editorial, 1974); así como sus trabajos sobre la
lengua poética de Federico García Lorca. O su “Martin Fierro y Martínez
Estrada; una interpretación “. Su tesis de grado había sido La narrativa en la obra de Martínez Estrada,
dirigida por Juan Carlos Ghiano y con la que obtuvo el título de doctor en la
Universidad Nacional de la Plata.
Ya en
España, comenzó a dar clases en la Universidad Menéndez y Pelayo, y en la Universidad
de Nueva York con sede en Madrid. Así fue que pudo viajar a los Estados Unidos,
donde en aquellos tiempos las cátedras de estudios hispánicos tenían gran
relevancia. Enseñó en el Sarah Lawrence College, en Brownsville, al norte de
Nueva york y en el Bryce Mawr College.
Ya
antes había permanecido una temporada en Paris, donde compartió encuentros con
Alejandra Pizarnik. Se habían conocido en la Librería Letras, pequeño pero riquísimo
lugar de encuentro de quienes transitábamos las aulas de Viamonte.
La Enciclopedia de la literatura argentina,
que dirigió con Pedro Orgambide (Sudamericana, 1970), es una obra meritoria y
sin antecedentes, que no obstante no recibió los comentarios que merecía,
aunque no hay otra obra que la haya reemplazado. Y su edición crítica de Facundo. Civilización y barbarie,
publicada en 1990 por Editorial Cátedra.
Pero
como debe recordársele es por su goce como profesor y consejero, director de
tesis, promotor de grupos de lectura. Y uno de sus rasgos que todos los que lo conocimos
muy de cerca resaltamos siempre: su humor, siempre presente, aun en los
momentos más difíciles de su vida.
Algo
que no muchos “literatos” pueden exhibir como mérito: era un extraordinario
cocinero, un vegetariano avant la lettre;
su ratatouille nunca será olvidado por quienes frecuentamos durante
décadas su casa. Ni tampoco el chocolate amargo donde embeber el pan dulce de
navidad.
Adiós,
Roberto Yahni, no te merecías la soledad de estos tiempos crueles. Trataremos
de compensarte recordando siempre tu fervor literario y vital.
Hermoso recuerdo Josefina. Lo recordare siempre con su agudeza, su calidez y gran sentido del humor. Te abrazo Roberto donde sea que estes!
ResponderEliminarGracias Josefina por tus palabras, yo también fui su alumna
ResponderEliminaren el curso de ingreso a Filosofía y Letras , lo recordé siempre y nos fuimos reencontrando en muchas oportunidades. Buen Viaje Roberto QEPD.
Perdón por la tardanza, pero estuvimos muy ocupado por la internación de la hermana de Ricardo. Aun estamos conmovidos por la muerte de Roberto y tu comentario es un acto de justicia y de piedad que compartimos plenamente. Muchos cariños
ResponderEliminarLo tuve como profesor de Literatura Española en Letras años más tarde, su humor por entre sus análisis de ´Aldebarán´ y otros poemas continuaba, lo fui rencontrando en el Barrio Norte que parecía el suyo, muchos años después... Gran recuerdo arrastra este segmento. Laura Estrin
ResponderEliminarGracias!
EliminarMe encantó leerla y conocerla Josefina
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