martes, 19 de julio de 2016

Homenaje a Carlos Gorostiza, hoy, 18 de julio, día en que nos deja.

Mayo de 2012

Abro un sobre que guarda un librito de tapas blancas, donde las letras azules y una ilustración que me intriga, anuncian De guerras y de amores y más abajo, Poemas 1939-y otros escritos íntimos.
Es de Carlos Gorostiza. Lo llamamos Goro y desde que lo conozco es un hombre guapo y de pelo blanco. Creo, en realidad si lo pienso, hace ya casi treinta años que lo vi por primera vez
y no sé si ya tenía el pelo blanco.  Gris, probablemente.
Eran los meses que precedieron a la democracia reinstaurada. Nos agrupábamos en torno a la figura del doctor Alfonsín. Ya en octubre de 1983, Carlos Gorostiza fue designado Secretario de Cultura de la Nación-. Éramos muchos los jóvenes que celebrábamos la llegada de este nuevo gobierno, después de más de siete años de gobierno militar. Y Gorostiza era una figura que reunía muchas de las dotes necesarias para irradiar desde su lugar la luz de la cultura que tanto necesitábamos.
En mayo de 1984 viajé a España. Como cuento en otro lugar de este libro, me alojé en la casa de Beatriz Guido, pero fue en su oficina de la Castellana donde la escuché acordar los detalles de la visita del presidente Alfonsín a Madrid. Me acuerdo que Gorostiza le preguntó –supongo que en broma- por la temperatura y si podía llevar sus trajes blancos. Pero Beatriz, que lo atendió sonriendo, lo tomó como una frivolidad.
La visita de Alfonsín fue espléndida. La euforia de los argentinos se trasladaba a los madrileños, que siempre nos quisieron como a hermanos, sobre todo cuando recordaban el viaje de Eva Perón y la ayuda del gobierno argentino en un difícil momento para los españoles.
Para mí Gorostiza era un autor de teatro, cuyas obras no había visto pero sí leído. El pan de la locura y El puente.
Trabajador incansable, ha sido además un hombre crítico respecto de los conflictos sociales y de las ideologías. Un rasgo que habla de su personalidad: si me lo encontraba en alguna reunión, al saludarlo solía decirle mi nombre, hasta que un día me retó por lo que yo considero mi perfil bajo.
Actor, autor de teatro, director, novelista –ganó en el Premio Planeta de novela- cuando lo llamé para agradecerle su libro, me contó que estaba acostado con su perrita. Más de noventa años, impecable siempre, lúcido, es uno de nuestros grandes escritores y artistas. Y acompañarlo al presidente Alfonsín fue para todos un verdadero lujo.
De "Memorias imperfectas", Buenos Aires, Sudamericana, 2014)



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