miércoles, 19 de marzo de 2014

Una novela polifónica: "El incendio de abril", de Miguel Torres

Como ocurre a menudo con los escritores latinoamericanos, poco sabemos de este estupendo escritor colombiano. La solapa, felizmente Google, rescatan una intensa historia de escritor. Pero el teatro es su tarea inicial. De allí saldrán posiblemente, ese fervor por retratar todas las voces posibles.
Porque el hecho central es el asesinato de José Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948 en Bogotá. Y de allí el nombre de "bogotazo" que se ha dado a este levantamiento popular.
Quienes cuentan?  Elijo al azar: Reinaldo Espitia, tornero; Fabio Sastoque, Relojero; José Marrero, actor de una compañía de teatro española (Quédate en Madrid, no te vayas de gira con la Guerrero que en esas republiquetas bananeras se arma un jaleo todos los días, le dicen antes de que viaje); Isaias Arana, escribidor de cartas de amor. Y asi páginas y páginas, en un vértigo de escenas de violencia espontánea (al parecer) y el lector siente que también corre y se esconde y quema tranvías y roba joyas y busca al culpable. Y sentimos que Bogotá se nos hace carne, y crece hasta lograr que el resto del mundo la escuche.
Pero luego se añade un solo personaje, Ana, que busca a su marido,
pintor, y no lo encuentra ni entre los muertos ni entre los vivos. Pero sí conoce a alguien que le regala, en una mise-en-abyme, un libro, "El infierno", de Henri Barbusse, que es su propio apellido. Y es como el encuentro entre dos fantasmas, como el chico a, que Ana rescata de entre los escombros, arriesgando su vida.
Otras voces: en el final, los habitantes del barrio rico, que no saben si la furia va a tocarlos, escondidos en una casa abandonada, preparándose para resistir. Enfrentando sus propias contradicciones, en medio de una rebelión , llega el momento en el que "Allá afuera estaba esa chusma harapienta con los ojos clavados en la casa que flotaba en la dorada luz del día como una isla anclada en las tinieblas de la noche" (pág.
. 357). Y alli se detiene la acción sin que sepamos lo que sigue.
Celebramos esta literatura de la memoria que en nuestra América se enriquece día a día. Una prosa bellísima, fluida, llena de imágenes, con el impulso de los hechos que cuenta, una novela imperdible, segunda de una trilogía que se inició con "El crimen del siglo". Impresa en Bogotá, con el sello de Alfaguara, ojalá lleguen a nuestras librerías.

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