lunes, 6 de agosto de 2012

The Great Dylan

A los que esperamos con verdadera ansiedad un nuevo libro de Enrique Vila-Matas, cada lectura es una extraña mezcla de placer, angustia y desafío. Casi como la cita con el primer novio a los doce años. Esta vez, "Aire de Dylan" propone una nueva telaraña de significados. No solamente nombres, citas, enigmas, personajes ficticios que se asumen como reales, personajes con nombres reales, pero que no son los que fueron o son en la vida, sino también el fantasma del autor mirando por encima de nuestro hombro cómo leemos, cómo nos portamos como lectores. Y eso da miedo, claro.
Pero esta vez  creo que se trata de su novela más sofisticada. Algo así como una poética resumida en ficción, un lugar en el texto donde el autor Vila-Matas nos dice "esto es lo que pienso y lo que soy capaz de hacer".
Lo obvio: la crítica a la posmodernidad, el elogio al "no hacer", el personaje oculto, el escritor que cuenta, disfrazado de fracasado, una historia de amor que en el nivel más oculto es una historia del amor a la escritura. Y la imposibilidad de dejar de escribir, por mucho que se plantee la tortura real que significa el oficio de dar vida y letra, la verdadera esclavitud
frente al amo lector.
Algo me dijo, sin embargo, que la mención de Scott-Fizgerald no era solo la excusa para investigar quien era el verdadero autor de una frase paradigmática. No había vuelto a leer "El gran Gatsby" desde hacía mucho tiempo, y emprendí vorazmente su relectura, con la nueva y magnífica traducción de Justo Navarro a la izquierda de mi mesa de trabajo, y a la derecha una lindísima edición de bolsillode Simon and Schuster,  que compré este invierno en Nueva York.
Y tuve lo que irónicamente llamaré una "epifanía". Las epifanías de los lectores enfermos de literatura, y viejecitos, además. Y con memoria. Entonces les diré: "Aire de Dylan" es "El gran Gatsby" vuelto del revés. "Aire de Dylan" la escribió Scott-Fizgerald y "El gran Gatsby" la escribió Vila-Matas en su bohardilla de París, cruzándose con Marguerite Duras y su inglés superior. El narrador de "Aire de Dylan" es Nick Carradyn, los amores y las infidelidades se entrelazan de la misma manera en las dos novelas, las muertes son el ingrediente que en una historia donde se cuestiona la verdad de la ficción no pueden faltar.
A mí, Vila-Matas, con esta novela, me ha dicho algo que, si bien no necesitaba, me resultaba ya difícil argumentar con los lectores de pacotilla y aire de sabios con los que uno se cruza todo el tiempo: ni la novela ha muerto, ni la novela morirá, mientras haya pasiones, mientras haya Hamlets, reyes fantasmas y asesinos apasionados, Daysies y Ofelias, mientras haya amor, dinero, fama, mientras alguien, desde la sombra, se siente ante su mesa todos los días y enhebre una historia, con palabras, con emoción, con generosidad. Y claro, mientras haya un lector que no se conforme con la historia mil veces contada, sino que busque y corra el riesgo que esta búsqueda entraña, otras historias, otros personajes, en su propio pasado, pero también en el pasado de la humanidad.  Reinas y reyes y príncipes y princesas que nunca morirán.

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